Shabat Hajodesh
Movernos para conmovernos?
Shabat de conclusi?n. Shabat de renovaci?n. Dos instancias que se entremezclan en el ir y venir de nuestro recorrido b?blico que propone revisar y volver a encontrar el desaf?o del ser jud?o cada d?a.
El Libro de Shemot llega a su fin. Tanto como el mes de Adar. Una nueva lectura nos aguarda. Un nuevo mes nos espera. He aqu? la ?revisi?n? y tambi?n el desaf?o. Lo constante parece ser el eje de la vivencia humana cuando se confronta con los rollos circulares de la sagrada Tor?. Lo que se renueva, es el punto de partida que inaugura la llegada de un tiempo donde todo es como antes y nada es como antes?
Las estad?sticas finales de la monumental obra del desierto son enumeradas en ?Vaiakhel y Pekud??, las dos ?ltimas parashiot de nuestro segundo libro.
En este Shabat, el Maftir es llamado Shabat Hajodesh. Es un Shabat que moviliza las fibras ?ntimas de una naci?n convocada a construir el todo en medio de la nada. Y a su vez, nos conmueve porque nos lleva de la mano hacia un tiempo definido como ?nuestro tiempo?, leemos ?hajodesh haz? lajem?, este mes es para vosotros, nos anuncia El Todopoderoso en la antesala de la portentosa liberaci?n de Egipto.
El ?Mishc?n?, que representaba al santuario durante el trayecto en el desierto, objeto de dedicaci?n popular e inspiraci?n artesanal, es construido y concluido en nuestro relato semanal. ?Puede el hombre ser la Casa de Dios? No s?lo puede, sino debe? Para alcanzar semejante definici?n requiere de una movilizaci?n y nuestra Parash?, lo explicita con conceptos simples:
?Qui?nes vinieron hacia el Mishc?n? Todos aquellos que ten?an el fuego encendido de su humanidad.
Es curioso, pero el lenguaje del para?so, nuestro Ivrit, nos permite visualizar la idea. El verbo que habla del entusiasmo y del fervor, se pronuncia: ?mitlaheb?. ?Hitlahabut? es efervescencia, calor, fuego interior. Verbo y nombre que portan en su esencia una palabra, simple, tanto como elocuente: ?Lahab?, que significa: Llama, una llama de fuego, que se aviva y que revive cuando se la alimenta, para crecer y crecer, iluminando m?s, dando m?s vida?
Un pueblo se moviliza. Inquieto como el fuego en su querer elevarse para tocar los cielos. As? sus hombres y mujeres. Nuestra Tor? nos lo explica a partir de lo que se enciende en cada uno. Del combustible espiritual imprescindible para ser promotor de un milagro?Porque convengamos que construir una Casa para Dios en medio del desierto no deja de asemejarse a un milagro, ?Nes? en hebreo.
All? una primera conexi?n con nuestro ?Shabat del Mes?, cuando ?Nis?n?, de la misma ra?z de Nes, se avecina para traernos otro milagro: el de nuestra edificaci?n como pueblo libre, como redimidos, ?gueul?m?, con las manos libres para traer y un coraz?n de fuego para allegarse?
?Y vinieron todo hombre cuyo coraz?n lo elev? y lo transport?, y todo aquel cuyo esp?ritu le movi? a dar de s텒. As? se nos presenta en resumidas cuentas, ?las cuentas finales del Mishc?n?, ?Pekud? haMishc?n?, al decir de nuestra ?ltima Parash?.
Un coraz?n que nos eleva y un esp?ritu que nos mueve.
El final de nuestro Libro nos devuelve un orden. Vaiakhel, el sentido mismo del congregarnos, ?Kahal? es congregaci?n, y volver a expresar la unidad aun dentro de la diversidad. Porque ?as? como sus rostros son diferentes, sus pensamientos son muy distintos??
Lo que nos iguala es la condici?n humana, ese fuego depositado dentro. ?Nesham??, alma, la definen los sabios es lo que poseemos en com?n? es lo que debemos adiestrar, alimentar, como al fuego, para que crezca en nosotros.
Finalizamos Shemot encendiendo un fuego ?ntimo que pone en marcha al hombre, a lo humano que habita en nosotros. Constructores de nuestro destino. Dimensionando el espacio, tal como Dios lo estableci? en el mundo de la Creaci?n.
Abrimos las puertas del Sefer Vaikr?, libro que se ocupar? del hombre en su intento de acercarse a Dios. Encendiendo el fuego de la Fe. Movilizando lo m?s profundo del ser?