Por Rabino Itzjak Aboud
Cambiando mi costumbre (y la monoton?a), ofrezco empezar esta vez con un relato: Un yehud? estaba en un campo de exterminio nazi al final de la guerra. Con ?l se encontraban muchos soldados rusos cautivos. Un d?a, las fieras nazis dijeron, ?les daremos un pan a cada quien para que cuando vengan los aliados digan cu?n bien los hemos tratado?. Este yehud? se emocion? mucho de la noticia, como tambi?n los rusos, quienes no estaban en condiciones tan pat?ticas. Cuando logr? formarse, pudo conseguir dos panecillos, extremadamente peque?os, pero algo de comida al fin, gracias a D-s. Su alegr?a no fue duradera, un corpulento ruso le orden? darle los panes. El yehud? se opuso con las pocas fuerzas que le que quedaban, pero el prisionero de guerra lo golpe? hasta casi dejarlo inconsciente? y sin sus bocados. Sus ?ltimos pensamientos antes de caer en un profundo sue?o fueron, ?D-s m?o, ?por qu?? ?Por qu? me mantuviste hasta ahora, s?lo para matarme de hambre??.
Despert? bajo un radiante sol- extremadamente raro, pues las bestias nazis sol?an despertar a todos mientras todav?a era de noche. Cuando pudo volver en s?, se levant? y se percat? que fueron liberados. Tambi?n not? que todos los rusos estaban muertos en el piso. Ah? se dio cuenta que en realidad el Hacedor s?lo quer?a salvarlo, los panes estaban envenenados, por eso fue atacado, con tal de que no los coma. No comprendemos los caminos de Hashem?.
La Tor? nos cuenta que dos mujeres se cubrieron el rostro con un velo, ambas quedaron embarazadas con gemelos, una tuvo un excelente hijo y uno malvado ? la matriarca Rivk?. La otra, Tamar, tuvo dos excelentes hijos. ?Qu? quiere decir? Las mismas acciones, dos mujeres virtuosas y dos grandes maridos, pero resultados distintos. No entendemos los caminos del Creador. Sin embargo, sabemos que llegar? el d?a en que D-s se quitar? el velo, Lo veremos claramente, sin dudas, sin incertidumbres, entenderemos que todo fue para nuestro bien.
Basado en las palabras de Rab? Shelom? Levinstein
Que maravillosa ense?anza, a veces se nos quita el velo y quedamos deslumbrados por su luz