Ten?a tan solo 15 a?os, pero ya la chispa vibraba dentro m?o. Ten?a tan solo 15 a?os, pero algo me dec?a que luchar por conseguir un lugar en ese viaje val?a la pena.
Me present? ante la directora y brind? mis argumentos que a pesar de mi temprana edad, madurez no me faltaba para enfrentar esta terrible y petrificadora experiencia, y as? logr? convencerla de que no se arrepentir?a, si me enviaba a ese prometedor viaje que sin saberlo cambiar?a mi vida por completo.
Me embarqu? en el avi?n junto a mi grupo, rumbo a Polonia, el gris y triste pa?s que hab?a visto un esplendor jud?o y luego con sus propias manos lo hab?a hecho cenizas, no solo en forma figurativa.
Visit? los campos, los cementerios y los guetos. March? por la vida por el mismo camino que aquellos remanentes que lograron superar la caminata bajo el cruel y fr?o invierno polaco marcharon por la muerte.
Cant? el hatikva en el mismo lugar en que mis parientes y los de muchos otros fueron brutalmente asesinados. Pero marche con una bandera israel? entre mis brazos, y eso hizo toda la diferencia.
Luego llegu? a Israel, y vivenci? Yom Haatzmaut, la alegr?a de la renovaci?n y el renacimiento del pueblo jud?o, el comienzo de la redenci?n, el pueblo unido.
La decisi?n estaba tomada, y as? fue comunicada a mis padres a?mi llegada, Israel ser? mi casa, Israel ser? mi vida.
Hoy, casi 20 a?os despu?s, en una fr?a y ventosa noche de primavera jerosolimitana, que parece haberse puesto as? en honor a las v?ctimas de la sho?, camino por las calles de la ciudad santa, mi hogar, y escucho el acto de Yom Hasho?.
Oigo al Presidente, al Primer Ministro y a los sobrevivientes relatar sus historias. Y estoy segura que mis familiares que fueron violentamente quitados de este mundo por la maquinaria nazi me miran desde arriba y est?n orgullosos de mi. Su t?taranieta que ha retornado a sus ra?ces, su t?taranieta que ha retornado a su hogar.
Sea su memoria bendita.