Plena percepci?n – Comentario a la parash? de Pekudei

?Para qu??

Han pasado casi dos mil a?os desde la destrucci?n de nuestro Templo en Jerusal?n y son muchos los que se preguntan ?qu? falta nos hace? Hemos pasado estos dos mil a?os sin ?l, y podr?amos seguir as? indefinidamente.
M?s a?n. La imagen que tienen algunos del Templo no es nada halagadora: un lugar donde se sacrifican animales, llenando de sangre el Altar sobre el que se queman las entra?as de los animales sacrificados.

?Por qu? pensar en reconstruir un edificio as?? ?No podemos seguir con las oraciones igual que ahora?

Y, para aquellos que quieren profundizar un poco m?s: ?Necesita el Creador, verdaderamente, todos estos sacrificios? ?Qu? clase de dios glot?n es este, que exige unas ofrendas de animales, en lugar de destinar la carne a los necesitados?

En el discurso de inauguraci?n del Templo (1? Reyes 8:12-61), ?no se mencionan ni una sola vez los sacrificios! El profeta Yeshay? (Isa?as 1:11) pregunta: ??para qu? la multitud de vuestros sacrificios??

Las preguntas son buenas, ?que nadie crea que no puedan plantearse! Y no podemos, a estas alturas, conformarnos con una respuesta que diga ?as? lo quiere el Creador?. Ya podemos verlas en el libro de El Cuzar?, de rab? Yehud? Halev?.

Alimento para nosotros

La respuesta que nos da este autor, siempre bas?ndose en la misma Tor? y en las ense?anzas de los Sabios en el Midrash y en el Talmud, es muy importante y debe ser bien conocida por todos.

Expone, en primer lugar, el hecho que la persona humana necesita alimentar su cuerpo a diario para conservar el ?calor vital?, la vida, que, a su vez, permite que su alma resida en ?l. La comida no es para el alma, aunque sin ella, el alma no podr? seguir residiendo en el cuerpo. Est? claro para todos que el alma no necesita la comida para subsistir, pero s? la necesita, necesita que el cuerpo coma, para poder seguir conviviendo con ?l.

De un modo semejante, el ?cuerpo nacional? de Israel necesita ?comer?. Son estos los sacrificios ofrecidos diariamente en el Templo, cuya carne com?an los sacerdotes y cuya sangre se derramaba sobre el Altar. Esto permite que el ?cuerpo? de Israel mantenga su ?calor vital? y, consecuentemente, pueda residir la Presencia Divina, el alma nacional, dentro de la Comunidad de Israel.

A la pregunta de ?y c?mo nos las hemos arreglado hasta ahora? responde que ?no nos hemos arreglado! El Pueblo de Israel lleva casi dos mil a?os con un calor vital muy defectuoso. Hoy dir?amos que el cuerpo nacional est? conectado a una Unidad de Cuidados Intensivos que lo mantiene en vida. Yace en la cama sin apenas poder moverse, usando tan solo las facultades m?s b?sicas, la respiraci?n, el sistema sangu?neo, para no perecer.

?Pero esto no es vida! No podemos ni siquiera imaginarnos la cantidad y la calidad de las funciones que podr?amos tener en caso de recuperar este calor vital perdido. La naci?n hebrea lleva veinte siglos de estancamiento f?sico y espiritual, e incluso intelectual, en comparaci?n con la ilimitada creatividad de la que somos capaces.

La Carta Magna

Est? claro que no nos referimos a la vida f?sica de cada jud?o, est? donde est?. Al igual que otros pueblos que son capaces de vivir sin manifestar ning?n contacto con el Creador, tambi?n Israel podr?a seguir as?. Pero no es este nuestro destino, no es esta nuestra personalidad. En la Carta Magna, en la declaraci?n de sus finalidades en el mundo, al salir de Egipto como Pueblo independiente, expresaron los Hijos de Israel su deseo, su necesidad, de estar en contacto con el Creador que hab?a aparecido para librarles del yugo de los egipcios, que entabla con ellos una relaci?n ?ntima, la llamada profec?a, con una Presencia Divina en el Tabern?culo y luego en el Templo.

Una descripci?n se repite al inaugurar el Tabern?culo, en los vers?culos del final del libro de Shmot (?xodo 40:34-38), y en el discurso de inauguraci?n del Templo que hizo el rey Shlom? (1? de Reyes 8:10-11), que los sacerdotes no pod?an entrar al Servicio Divino a causa de la ?Nube? que cubr?a el Tabern?culo o el Templo, la Nube de la Gloria Divina.

La residencia de la Presencia Divina en el Templo no significa que no pueda estar en otros lugares, ya que todos sabemos que su Gloria llena todo el Universo. Tampoco significa que en este lugar haya un ?concentrado de dios?, por supuesto.

Escondido en la Naturaleza

El significado de esta expresi?n es que el Creador permite que en todo el mundo su Presencia quede ?escondida? tras las leyes de la Naturaleza que ?l mismo impuso y desea. En hebreo, la palabra ?mundo? proviene de la misma ra?z que ?ocultado? (olam y neelam), se?alando que el Creador no se deja ver en ?l para aquellos que no est?n preparados para verlo. Hay quien es capaz de sentirlo con todos sus sentidos y sus capacidades como, efectivamente, supieron hacerlo los Patriarcas de Israel. Pero no todos han llegado a este grado de percepci?n y necesitan lo que llamamos ?milagros? para ser capaces de captar la Presencia Divina.

En el Templo todos pod?an acceder a este excepcional grado de percepci?n al entrar al Templo. En este lugar no hab?a velos que encubrieran al Creador e incluso aquellos cuya percepci?n era defectuosa, pod?an percibir con todos sus sentidos la presencia del Creador. Se creaba, incluso, un di?logo entre el hombre y su Creador. No ilusiones, falsas magias o vanas esperanzas, sino un contacto vivo, como cuando una persona habla con su amigo. Se despertaban todos los sentidos a una percepci?n much?simo m?s aguda y plena, como si se encendiera la luz en una sala sumida en sombras.

?Qui?n puede no a?orar una ?poca como esta? ?Qui?n puede conformarse con la vida gris?cea y mon?tona que vivimos, sabiendo que podr?a acceder a los colores m?s vivos de la existencia? Por esto hacemos todo lo posible para regresar como naci?n independiente a un contacto vivo con nuestro Creador, que nos permita desarrollar todas nuestras facultades.

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