Jueces y Tribunales – Comentario a la parash? de Shoftim

Rabino Nissan Ben Avraham

En cada ciudad

BDHalichotLa Tor? nos ordena que en cada ciudad debe haber un Tribunal.

Ya hab?amos visto la instituci?n de los tribunales desde el momento en que Yitr?, el suegro de Mosh? le aconsej? que buscara gente adecuada para ayudarle a solucionar los problemas del Pueblo. Aqu? viene la orden de que, al entrar a la Tierra Prometida, cada ciudad y cada peque?a poblaci?n debe tener su propio tribunal, que solucione los problemas que van surgiendo, sin que sea necesario remitirse al Gran Tribunal.

La misi?n del tribunal no se limita a que ?haya paz? entre los vecinos, no se trata tan solo de prevenir y evitar problemas mayores. Su misi?n es llevar la palabra Divina a los ciudadanos, como le dice Mosh? a su suegro: ?cuando venga a m? el Pueblo a buscar al Creador?. Y esto se hace mejor antes de que surjan los problemas, como vemos en el midrash que critica gravemente a los tribunales que hab?a en tiempos de los Jueces, que no supieron evitar los desastres que sobrevinieron a Israel hace m?s de tres mil a?os. El midrash dice que la misi?n de los jueces del tribunal es ce?irse con cadenas la cintura y viajar de poblado en poblado y de ciudad en ciudad para ense?ar a la gente, para evitar que cometan errores y para juzgar a los que ya los han cometido. As? hac?a Elcan? y su familia, de aqu? aprendi? su hijo el profeta Shmuel a obrar de este modo, viajando de una ciudad a otra para hacer accesible la Tor? a todos.

Y cuando el problema ya se ha presentado, el tribunal debe saber solucionarlo.

Tipos de tribunal

Sabemos que hay dos tipos de tribunal; en primer lugar est? el tribunal formado por tres jueces cuya principal funci?n es solucionar los peque?os problemas entre vecinos, entre marido y mujer, problemas de pr?stamos y de testimonios, etc. Estos jueces deben conocer a la perfecci?n la halaj? para poder dar las respuestas correctas, por supuesto. Aunque su principal misi?n es que haya paz y concordia entre los vecinos de la ciudad.

El segundo tipo de tribunal es el que se ocupa de los asuntos m?s graves, que pueden terminar en pena de muerte. Este tribunal debe estar compuesto por veintitr?s jueces, cuya preparaci?n debe ser mucho m?s cuidadosa que la de los jueces que vimos antes. Hasta el punto que la Tor? los denomina ?elohim?, t?rmino con el que en hebreo se denomina normalmente al Creador, lo que normalmente se traduce por ?dios?. En realidad, el sentido de este t?rmino es el de quien tiene poder sobre la vida y la muerte, y por esto se le aplica principalmente al Creador, pero tambi?n a los jueces que tienen esta potestad.

El Talmud, en el tratado de Sanedr?n, explica que algunas funciones del tribunal deber?an estar en manos de los jueces m?s expertos, los ?elohim?, pero por motivos especiales mencionados all? preferimos dejarlo en manos de los jueces ?sencillos?.

No hemos mencionado una tercera posibilidad, que un solo experto, una eminencia, act?e como juez ?nico. El Shulj?n Aruj trae esta posibilidad, a pesar que el Talmud la ve con malos ojos, diciendo que ?solo Uno juzga solo?, refiri?ndose que es una prerrogativa del Creador. De todos modos, esta eventualidad fue muy frecuente a lo largo de la Di?spora, cuando no siempre hab?a posibilidad de reunir un tribunal, y el rabino local deb?a solucionar los problemas.

Criterios de nombramiento

En teor?a, los tres jueces que forman el tribunal ?sencillo? pueden ser tres jud?os que hayan estudiado lo suficiente como para cumplir la funci?n. Antiguamente hab?a unos criterios preestablecidos por los que se nombraba a los jueces, siguiendo las instrucciones que le dio Yitr? a Mosh?, pero el mismo Talmud dice que, en caso necesario y en casos relativamente sencillos, pueden aceptarse personas menos preparadas.

Nosotros, por supuesto, debemos hacer todo lo posible para conseguir el tribunal m?s experto, los jueces mejor preparados para llevar a cabo las funciones. No contentarse con jueces mediocres, sino exigir el nivel m?s alto.

Para ello es importante que acudamos frecuentemente a los rabinos de nuestras comunidades con preguntas de todo tipo, demostrando nuestro sincero inter?s por conocer la verdad, por identificarnos con la voluntad Divina.

Autodidactas

Hay muchas personas hoy en d?a que creen poderlo solucionar todo por su propio esfuerzo: leen art?culos publicados, escuchan lecciones y tienen una buena biblioteca de Tor? en casa. Autodidactas. Todo esto es important?simo, y cada uno de nosotros debe esforzarse por estudiar por cuenta propia y convertirse en un verdadero experto en todos los aspectos que pueda. Aun as?, esto no basta a la hora de tomar decisiones, lo que en hebreo se llama ?psac-din?. Lo correcto es llegar al rabino con una pregunta erudita, o sea, despu?s de haber investigado por cuenta propia el asunto, despu?s de haber visto los pros y los contras, acudir al maestro y plantear la duda con todos los puntos de vista, de modo que el rabino pueda determinar el punto decisivo. Incluso cuando estamos convencidos de conocer la respuesta, es importante preguntar al rabino, ya que muchas veces hay alg?n detalle que no hab?amos tenido en cuenta y que puede darle vuelta a la tortilla.

Cuando el ambiente de acudir a los rabinos con preguntas, ellos deber?n esforzarse m?s por conseguir respuestas a un nivel mucho m?s alto, y as? se fomenta el ambiente de estudio tanto en unos como en los otros. Cuando se acude a un rabino y se exige un ?psac-din? o ?psac-halaj??, ?ste animar? a sus compa?eros a formar tribunales locales o regionales.
Sabidur?a popular

Efectivamente, nuestros Sabios ya hab?an escrito hace casi dos mil a?os que en nuestra ?poca la sabidur?a se convierte en una necesidad popular. No como anta?o, en que los sabios eran los que estaban obligados a inculcar el inter?s por el estudio a la ?plebe?, hoy en d?a la gente que parece m?s ?sencilla? est? llena de sabidur?a y de ganas de saber m?s. Los Sabios de hoy tienen la ventaja de la experiencia, de estar familiarizados con los temas y saber darle el hincapi? adecuado a cada uno.

En nuestros d?as est? m?s claro que nunca que la necesidad de conocer la voluntad del Creador no es algo restringido a unos pocos eruditos. Cierto que muchos necesitan un gu?a, alguien que les indique qu? estudiar antes, alguien que les introduzca en el estudio de un modo adecuado, tan diferente al que nos acostumbramos en las escuelas o universidades.
Y los padres, que sienten que les resulta un poco dif?cil llegar a los niveles necesarios para convertirse en jueces por s? mismos, por lo menos que sepan animar a sus propios hijos para que tal vez ellos se conviertan en jueces.

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