Los anusim de Januc

40697823Por Rabino Nissan Ben Avraham

Todos conocemos la fiesta de Januc?, resultado de la revuelta de los Macabeos contra los griegos y sus seguidores. Hab?an profanado el Templo de Jerusalem con la ayuda del mism?simo Sumo Sacerdote, un tal Menelao, que estaba pagado por los griegos. La lucha de los Macabeos estaba dirigida principalmente a la restauraci?n del Servicio Divino en el Templo, pero los motivos que despertaron la revuelta no fueron simplemente religiosos, sino el resultado de una cruenta persecuci?n antisemita por parte de los griegos, que quer?an hacer desaparecer la cultura y la religi?n jud?a. Las crueldades fueron atroces, y nos quedan de ellas solo leves insinuaciones, ya que los jud?os no gustan de centrarse en pasajes macabros y descripciones crueles, para no meter malas ideas en las cabezas de los lectores. Por eso, los pocos textos que se conservan sobre las persecuciones tienen gran precio.

Aqu? tenemos el texto de un libro ap?crifo, llamado 2? Libro de los Macabeos, que habla de la ?poca del rey Ant?oco IV Epifanio en que se obligaba a los jud?os transgredir los mandamientos de la Tor?. Es un relato conocido en general, pero de los que muchos desconocen sus detalles. Las atrocidades cometidas contra los jud?os en aquella ?poca, junto con la profanaci?n del Templo, despertaron el valor de los guerreros jud?os que decidieron luchar contra el tirano y sus secuaces, lo que llev? a la restauraci?n del Servicio Divino en el Templo.

Aqu? tenemos, pues, el cap?tulo 7? del libro, que nos muestra la reacci?n de una familia jud?a ante los intentos de los griegos a que transgredieran las leyes de la Tor?:

7:1 Tambi?n fueron detenidos siete hermanos, junto con su madre. El rey, flagel?ndolos con azotes y tendones de buey, trat? de obligarlos a comer carne de cerdo, prohibida por la Ley. 7:2 Pero uno de ellos, hablando en nombre de todos, le dijo: “?Qu? quieres preguntar y saber de nosotros? Estamos dispuestos a morir, antes que violar las leyes de nuestros padres”. 7:3 El rey, fuera de s?, mand? poner al fuego sartenes y ollas, 7:4 y cuando estuvieron al rojo vivo, orden? que cortaran la lengua al que hab?a hablado en nombre de los dem?s, y que le arrancaran el cuello cabelludo y le amputaran las extremidades en presencia de sus hermanos y de su madre. 7:5 Cuando qued? totalmente mutilado, aunque a?n estaba con vida, mand? que lo acercaran al fuego y lo arrojaran a la sart?n. Mientras el humo de la sart?n se extend?a por todas partes, los otros hermanos y la madre se animaban mutuamente a morir con generosidad, diciendo: 7:6 “El Se?or Dios nos est? viendo y tiene compasi?n de nosotros, como lo declar? Mois?s en el canto que atestigua claramente: ‘El Se?or se apiadar? de sus servidores'”. 7:7 Una vez que el primero muri? de esta manera, llevaron al suplicio al segundo. Despu?s de arrancarle el cuero cabelludo, le preguntaron: “?Vas a comer carne de cerdo, antes que sean torturados todos los miembros de tu cuerpo?” 7:8 Pero ?l, respondiendo en su lengua materna, exclam?: “?No!” Por eso, tambi?n ?l sufri? la misma tortura que el primero. 7:9 Y cuando estaba por dar el ?ltimo suspiro, dijo: “T?, malvado, nos privas de la vida presente, pero el Rey del universo nos resucitar? a una vida eterna, ya que nosotros morimos por sus leyes”. 7:10 Despu?s de este, fue castigado el tercero. Apenas se lo pidieron, present? su lengua, extendi? decididamente sus manos? 7:11 y dijo con valent?a: “Yo he recibido estos miembros como un don del Cielo, pero ahora los desprecio por amor a sus leyes y espero recibirlos nuevamente de ?l”. 7:12 El rey y sus acompa?antes estaban sorprendidos del valor de aquel joven, que no hac?a ning?n caso de sus sufrimientos. 7:13 Una vez que muri? este, sometieron al cuarto a la misma tortura y a los mismos suplicios.? 7:14 Y cuando ya estaba pr?ximo a su fin, habl? as?: “Es preferible morir a manos de los hombres, con la esperanza puesta en Dios de ser resucitados por ?l. T?, en cambio, no resucitar?s para la vida”. 7:15 En seguida trajeron al quinto y comenzaron a torturarlo.? 7:16 Pero ?l, con los ojos fijos en el rey, dijo: “T?, aunque eres un simple mortal, tienes poder sobre los hombres y por eso haces lo que quieres. Pero no creas que Dios ha abandonado a nuestro pueblo.? 7:17 Espera y ver?s c?mo su poder soberano te atormentar? a ti y a tu descendencia”. 7:18 Despu?s de este trajeron al sexto, el cual, estando a punto de morir, dijo: “No te hagas vanas ilusiones, porque nosotros padecemos esto por nuestra propia culpa; por haber pecado contra nuestro Dios, nos han sucedido cosas tan sorprendentes. 7:19 Pero t?, que te has atrevido a luchar contra Dios, no pienses que vas a quedar impune”. 7:20 Incomparablemente admirable y digna del m?s glorioso recuerdo fue aquella madre que, viendo morir a sus siete hijos en un solo d?a, soport? todo valerosamente, gracias a la esperanza que ten?a puesta en el Se?or. 7:21 Llena de nobles sentimientos, exhortaba a cada uno de ellos, habl?ndoles en su lengua materna. Y animando con un ardor varonil sus reflexiones de mujer, les dec?a: 7:22 “Yo no s? c?mo aparecisteis en mis entra?as; no fui yo la que os dio el esp?ritu y la vida ni la que orden? armoniosamente los miembros de vuestro cuerpo. 7:23 Pero s? que el Creador del universo, el que plasm? al hombre en su nacimiento y determin? el origen de todas las cosas, os devolver? misericordiosamente el esp?ritu y la vida, ya que olvid?is ahora de vosotros mismos por amor de sus leyes”. 7:24 Ant?oco pens? que se estaba burlando de ?l y sospech? que esas palabras eran un insulto. Como a?n viv?a el m?s joven, no s?lo trataba de convencerlo con palabras, sino que le promet?a con juramentos que lo har?a rico y feliz, si abandonaba las tradiciones de sus antepasados. Le aseguraba asimismo que lo har?a su amigo y le confiar?a altos cargos. 7:25 Pero como el joven no le hac?a ning?n caso, el rey hizo llamar a la madre y le pidi? que aconsejara a su hijo, a fin de salvarle la vida.? 7:26 Despu?s de mucho insistir, ella accedi? a persuadir a su hijo.? 7:27 Entonces, acerc?ndose a ?l y burl?ndose del cruel tirano, le dijo en su lengua materna: “Hijo m?o, ten compasi?n de m?, que te llev? nueve meses en mis entra?as, te amamant? durante tres a?os y te crie? y eduqu?? d?ndote el alimento, hasta la edad que ahora tienes.? 7:28 Yo te suplico, hijo m?o, que mires al cielo y a la tierra, y al ver todo lo que hay en ellos, reconozcas que Dios lo hizo todo de la nada, y que tambi?n el g?nero humano fue hecho de la misma manera.? 7:29 No temas a este verdugo: mu?strate m?s bien digno de tus hermanos y acepta la muerte, para que yo vuelva a encontrarte con ellos en el tiempo de la misericordia”. 7:30 Apenas ella termin? de hablar, el joven dijo: “?Qu? esper?is? Yo no obedezco el decreto del rey, sino las prescripciones de la Ley que fue dada a nuestros padres por medio de Mois?s.? 7:31 Y t?, que eres el causante de todas las desgracias de los hebreos, no escapar?s de las manos de Dios.? 7:32 Es verdad que nosotros padecemos a causa de nuestros propios pecados;? 7:33 pero si el Se?or viviente se ha irritado por un tiempo para castigarnos y corregirnos, ?l volver? a reconciliarse con sus servidores. 7:34 T?, en cambio, el m?s imp?o e infame de todos los hombres, no te engr?as vanamente ni alientes falsas esperanzas, levantando tu mano contra los hijos del Cielo,? 7:35 porque todav?a no has escapado al juicio del Dios todopoderoso que ve todas las cosas.? 7:36 Nuestros hermanos, despu?s de haber soportado un breve tormento, gozan ahora de la vida inagotable, en virtud de la Alianza de Dios. Pero t?, por el justo juicio de Dios, soportar?s la pena merecida por tu soberbia. 7:37 Yo, como mis hermanos, entrego mi cuerpo y mi alma por las leyes de nuestros padres, invocando a Dios para que pronto se muestro propicio con nuestra naci?n y para que te haga confesar, a fuerza de aflicciones y golpes, que ?l es el ?nico Dios.? 7:38 ?Ojal? que se detenga en m? y en mis hermanos la ira del Todopoderoso, justamente desencadenada sobre todo nuestro pueblo!” 7:39 El rey, fuera de s? y exasperado por la burla, se ensa?? con este m?s cruelmente que con los dem?s. 7:40 As? muri? el ?ltimo de los j?venes, de una manera irreprochable y con entera confianza en el Se?or.? 7:41 Finalmente muri? la madre, despu?s de todos sus hijos.

Las duras preguntas que se despiertan a la lectura de este cap?tulo, como por ejemplo el hecho de no buscar excusas para salvarse, etc., nos llevan a entender la importancia del mandamiento de ?Santificar el Nombre Divino?, que es uno de los 613 que tenemos.

Durante los tres mil trescientos a?os de historia del Pueblo de Israel, nos hemos enfrentado infinidad de veces con aquellos que nos odian y que odian el mensaje de la Tor?, y nosotros sabemos hacerles frente, por lo menos defendiendo nuestros principios con nuestras propias vidas.

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