El pecado de los esp?as
Los Hijos de Israel salen de Egipto y llegan al Monte Sinai donde reciben la Tor?. A continuaci?n construyen el Tabern?culo y, poco m?s de un a?o despu?s de su maravillosa salida de Egipto, reemprenden su camino hacia la Tierra Prometida.
Un triste acontecimiento que vemos al principio de nuestra parash?, el pecado de los esp?as, les trae una condena de seguir en el desierto hasta que muera toda la generaci?n que sali? de Egipto, ya que no se ven capaces de conquistar la Tierra Prometida. Van a tener que pasear durante cuarenta a?os por el desierto.
En el cap?tulo 8 del libro de Devarim, la Tor? describe este desierto como un lugar terrible: ?de serpientes ardientes y alacranes, y de sed, donde no hay agua?? y por supuesto que ellos mismos lo sintieron en su propia carne y se quejaron como vemos en (Bmidbar 21:4-6) la parash? de Jukat.
Sin duda, ?stos fueron unos a?os terribles, sabiendo que no ten?an ninguna esperanza, que deber?an morir en el desierto, que no era nada simp?tico sino m?s bien un lugar inh?spito y cruel. Solo los hijos que no hab?an cumplido los veinte a?os en el momento del pecado de los esp?as podr?an entrar a la Tierra Prometida, o los que entonces ten?an m?s de sesenta a?os. Cada a?o, durante la larga y triste noche del noveno del mes de Av, esperaban a ver qui?n se levantaba vivo de su cama y a qui?n el Creador no le devolv?a su alma como cada ma?ana. En treinta y ocho a?os, ya que en el primero y en el ?ltimo no murieron, perecieron 600.000 personas; un promedio de casi quince mil ochocientas personas cada a?o.
El principal alimento
Durante todo este tiempo de estancia en el desierto, su principal alimento era el man?. Un alimento milagroso, el pan celestial, que aparec?a cada ma?ana y desaparec?a al cabo de cuatro horas. Todos se levantaban temprano y sal?an al campo alrededor del campamento para recoger los diminutos granos, parecidos al s?samo, con los que preparaban su sustento diario, sin poder guardar nada para el d?a siguiente. Creo que esto ya es un duro suplicio, ya que la mayor?a de nosotros no somos capaces de ver la nevera vac?a sin sentir una fuerte angustia. Cierto que lo ten?an asegurado, cada d?a lo encontraban, salvo los s?bados, y no ten?an por qu? temer. Pero tem?an. Dec?anse a s? mismos: ?si hoy he sido digno de recibirlo, ?qui?n me asegura que ma?ana ser? igual de digno??
La pregunta no es correcta o, mejor dicho, la respuesta es demasiado sencilla: ?yo mismo me aseguro de ser digno tanto hoy como ma?ana?. La pregunta implica que espero que ?alguien? me lo asegure. ?Alguien? que no soy yo, que no depende de mi comportamiento moral o ?tico. El trabajo espiritual que significa ?ser digno? no es en absoluto rutinario. Representa un esfuerzo diario, no a igualar el d?a anterior sino a superarlo. Porque una persona que se mantiene en un grado espiritual determinado no cumple con su misi?n humana. Los animales e incluso los ?ngeles son est?ticos, no pueden avanzar, no pueden convertirse por su propio esfuerzo en algo mejor. Solo el hombre es capaz de hacerlo y se convierte en su dura misi?n el hacerlo a diario. Esto es lo que significa ?ser digno?.
Y vuelve la pregunta: ?qui?n me asegura que ma?ana ser? digno? Y seguimos con la misma respuesta: yo mismo debo asegurarme de ser digno. Este era el trabajo diario de los ?comedores de man??.
El pan de la Tierra
Pero nuestra parash? ya nos habla del ma?ana lejano. Es verdad que todos vosotros vais a morir como n?madas en el desierto, pero la nueva generaci?n que va creciendo en el desierto debe acostumbrarse desde el primer momento a la futura condici?n sedentaria, en una Tierra Prometida que a?n est? fuera de su alcance.
?Cuando com?is del pan de la tierra? (Bmidbar 15:19). O, tal vez, deber?amos escribir ?el pan de la Tierra?. Ya que cuando pongo la palabra en min?scula se refiere a la tierra en general, el pan que sale del trabajo del campo, tras varios meses de duro esfuerzo llevando a cabo los once trabajos de la preparaci?n del pan. Pero si la palabra est? en may?scula, se refiere al pan de la Tierra Santa, la Tierra de la Profec?a.
Y esto es ya otra cosa. No se trata de un pan cualquiera, con sus cualidades alimenticias. Se trata de un pan prof?tico, como el pan del desierto, el man?. Solo que las condiciones cambian.
Un fruto prof?tico
La Mishn? comienza con el S?der (el orden) de las Simientes, donde se habla de todas las leyes referentes a la agricultura y a sus productos. Y el S?der comienza con el Tratado de Brajot (las Bendiciones), ya que en este primer tratado debemos aprender c?mo convertir el fruto de la tierra en un fruto de la Tierra; que no sea un simple producto agr?cola sino un producto divino, por medio del cual podamos ponernos en contacto con el Creador: un fruto prof?tico. Y por ello es denominado (en el Tratado de Shabat 31a, bas?ndose en un vers?culo de Yeshay?) todo este primer S?der como ?de la fe?, porque por medio de la agricultura aprendemos a confiar en el Creador.
Para recalcar esta fidelidad, la Tor? nos impone toda una serie de normas, mandamientos, en los procesos de preparaci?n de los productos: pe? ? dejar el final del campo para los pobres; l?quet ? dejar los granos o las espigas que caen al suelo para los pobres; shijej? ? las gavillas olvidadas ser?n para los pobres. En nuestra parash? encontramos el mandamiento que se refiere a la ?ltima fase: cuando ya tenemos la harina en casa y preparamos la masa que dentro de poco se convertir? en pan. ?Cuando com?is el pan de la Tierra?, este es el momento para separar una porci?n de la masa y consagrarla al Creador. Ya no es una donaci?n a los pobres, sino una ofrenda al Creador, que nos ha permitido llegar a esta fase.
La ?jal??
As? pues, cuando tenemos una cantidad de harina de trigo o de uno de los cinco cereales que contienen gluten (ya que con ellos puede prepararse el pan ?cimo de P?saj, y solo ellos se mencionan como ?cereales?), debemos separar una porci?n y consagrarla.
Este mandamiento rige solo en Israel, pero los Sabios la ampliaron tambi?n en la Di?spora de modo que quien prepare pan o bizcocho, etc., en la cantidad adecuada, debe separar la ofrenda para el Creador. Esta ofrenda se llama ?jal??, y por el hecho de que las mujeres procuraban que por lo menos una vez a la semana, al preparar el pan para shabat, tener la cantidad adecuada para la bendici?n del mandamiento, por ello el pan de shabat se llama tambi?n ?jal??. Esta ?jal?? se entregaba a un coh?n para que la comiera en estado de santidad y, actualmente en que esto es imposible, debemos quemarla.
La cantidad de masa de la que se debe separar la ?jal?? es problem?tica. La Tor? dice: ?del principio de vuestras masas?, y de aqu? se aprende que es la misma cantidad de masa como la que hubo ?al principio?, o sea, en el desierto, el man?. Pero ?cu?nta masa ten?a el man?? En el desierto ten?amos el man? en una cantidad determinada: 1/10 de ef?, o tambi?n llamada ?un ?mer?, y ?sta es la que procede. De ella debe extraerse 1/24 parte de la masa, a no ser en las panader?as en que solo se extrae 1/48 parte.
El c?mputo, como vemos, es complicado y no vamos a examinarlo aqu?, sino que cada persona haga seg?n le dicte su maestro o seg?n explique su sidur o el Shulj?n Aruj abreviado.
Pero cumpliendo este mandamiento, sobre todo cuando se hace en la Tierra de Israel y con producto de la Tierra de Israel, llegamos a la ?creaci?n? de un pan s?per especial, un pan divino. El midrash dice que la primera mujer estrope? la calidad de los frutos cuando comi? del fruto prohibido, y con ello degrad? su cualidad divina. Por medio del cumplimiento del mandamiento de la ?jal??, la mujer jud?a restablece la propiedad divina de los frutos y repara lo que la primera madre estrope?, dando mejor sabor y mucho m?s alta calidad alimenticia a los alimentos, pero tambi?n restituyendo el nivel espiritual de los frutos, para que sean alimentos espirituales tanto o m?s como materiales.