Trece que son uno
En esta parash? aparece el censo de los hijos de Israel, cada uno referido a su respectiva Tribu, seg?n las doce tribus. Bueno, en realidad se convierten en trece, ya que la de Yosef se divide en dos: Menash? y Efraim. De todos modos, siendo que la de Lev? queda siempre separada del resto de las tribus, pueden seguir consider?ndose doce.
Los Sabios les dan un significado de suprema unicidad, ya que se trata de cuatro tribus de las dos concubinas, m?s otras ocho tribus descendientes de Rajel y Le?, sin contar la de Lev? que viene por separado. Uniendo las letras guem?tricas que representan 1, 8 y 4, sale la palabra ?ejad? que significa ?uno?. As? pues, de todas estas tribus unidas aparece la mayor unidad, como dice I Cr?nicas 17:21 (y en una versi?n casi id?ntica en II Samuel 7:23): ?qui?n es como tu pueblo Israel, un pueblo Uno en la tierra?, significando tanto ??nico? como ?unido? y ?unificado?.
Nuestros Sabios, en otro nivel, comparan estos vers?culos con el famoso vers?culo del Shm? (Deuteronomio 6:4): ?oye, Israel: el Se?or es nuestro D?, el Se?or es Uno?, diciendo que as? como el Creador es Uno y ?nico en los Cielos, as? el Pueblo de Israel es uno y ?nico en el mundo, por la misi?n especial, divina, que le ha sido encomendada y por la predisposici?n que tiene como Pueblo para llevarla a buen t?rmino.
Creced y multiplicaos
Esto se convierte en posible precisamente gracias al censo.
En el censo se descubre que cada uno de los miembros de las tribus guarda rigurosamente las normas, las relaciones familiares m?s adecuadas, para cumplir con el primer mandamiento de la Tor?: ?creced y multiplicaos? (G?nesis 1:27).
Este mandamiento no debe ni puede ser comprendido como un simple aparejamiento tal y como hacen los animales. Se trata de algo much?simo m?s especial. Al principio del quinto cap?tulo del G?nesis (5:3) dice que Adam engendr? a su hijo ?a su semejanza e imagen?, expresi?n que nos recuerda la del primer cap?tulo del libro (G?nesis 1:26-27) que dice que el Creador hizo al hombre ?a su imagen y semejanza?.
?Qu? significa esta expresi?n? Sin entrar en los detalles, explicados al principio del libro de Maim?nides ?La Gu?a de los Perplejos?, del exacto significado de los dos sustantivos ?imagen? y ?semejanza?, debemos entender que no se trata solo de aparejarse, sino que perseguimos crear (pro-crear) unos descendientes, al igual que el Creador nos cre? a nosotros, con unas cualidades que no siempre es f?cil o pueden conseguirse.
Transmisi?n de la condici?n
El libro del Cuzar? nos explica las palabras de nuestros Sabios (Talmud, Eruv?n 18b, y vean la Gu?a de los Perplejos, 1? Parte, cap?tulo 7), que Adam no consigui? en todos sus hijos la procreaci?n deseada, y s?lo en H?vel y en Shet lo consigui?, mientras que el resto de sus hijos no llegaron a tal condici?n. Esto significa que cuando no nos preparamos adecuadamente para el cumplimiento de este mandamiento podemos llegar a causar m?s da?o que beneficio. De todos modos, a partir de la entrega de la Tor? en el Monte Sinai llegamos a un nivel especial, a una condici?n que permite que todos nuestros descendientes est?n ya dentro de la condici?n deseada, sin que sea necesario tanto esfuerzo por parte de los padres, ya que la condici?n se ha convertido en hereditaria.
Pero la herencia no basta, por supuesto. Siempre es necesaria una predisposici?n, como especifica Rab? Mosh? ben Najm?n (Najm?nides) en su libro Ep?stola de Santidad (Igu?ret hac?desh), donde enumera las condiciones y explica las actitudes adecuadas para que la procreaci?n sea de verdadero provecho, seg?n nos ordena el Creador en sus mandamientos.
Testimonio para Israel
Al hacer el censo de todo el Pueblo, nos demuestra la Tor? que todos y cada uno de ellos supo llevar a cabo esta misi?n especial de procreaci?n, convirti?ndose en lo que en el Libro de los Salmos (122:4) ?Las Tribus de Y?ah, testimonio para Israel?, o sea, que el mism?simo Creador da testimonio de la veracidad de que hab?an cumplido correctamente con las condiciones y se hab?an convertido en un Pueblo de Profetas, un Pueblo del Creador.
Debemos tener en cuenta que dentro del Pueblo tambi?n hab?a rangos: la tribu de Lev?, la tribu de Yehud?, etc. Estos rangos no significan que unos tengan m?s importancia que otros y que pueda ser que alguno no tenga importancia.
?No! Simplemente que hay diferentes misiones, y que una tribu est? preparada para una funci?n y la otra para otra. Por ello, cada tribu estaba ubicada en un lugar determinado alrededor del Tabern?culo: unos al este, otros al sur, al oeste y al norte. Y en cada uno de los puntos cardinales hab?a tambi?n un orden: en medio, a la derecha o a la izquierda. Nuestros Sabios nos explican que al llegar a la Tierra de Israel, recibieron sus respectivas heredades en correspondencia con estas claves.
La Tor? tambi?n nos indica, que tres veces al a?o, deb?an reunirse todas las tribus en el Tabern?culo, o en el Templo que vino a continuaci?n, para convertirse en un solo pueblo y agradecer y adorar al Creador. En las Tres Peregrinaciones, P?saj, Shavuot y Succot, todos se un?an, se mezclaban, como dice el mismo salmo 122, y as?, todos juntos se presentaban ante el Creador para alabarlo y adorarlo. Estas reuniones anuales eran important?simas para renovar el sentimiento que durante los cuarenta a?os de permanencia en el desierto hab?an adquirido por el roce y la convivencia diaria, ya que la identidad tribal es necesaria, pero no para anular la identidad nacional sino para encontrar dentro de ella nuestro lugar espec?fico.
De todos modos, parece que en un momento determinado de la Historia, hacia el final de Primer Templo o principio del Segundo, desapareci? la distinci?n tribal. La gente ya no era consciente de su identidad tribal. Hab?an desaparecido en tiempo de Sanjeriv (Senaquerib) la mayor?a de la gente de las diez tribus septentrionales, a pesar de que valiosos grupos de cada una de las tribus se hab?an refugiado en el reino meridional y con ello, cuando las Diez Tribus se perdieron, quedaron ?ejemplares? de cada una de ellas mezclados en la tribu de Yehud? y Binyam?n. Y luego, durante todo el per?odo del Segundo Templo, comenz? a llamarse a todos con el nombre de ?jud?os?, o sea, de la tribu de Yehud?.
Esto era un gran paso hacia la unidad esperada, pero a?n nos falta reestablecer nuestros lazos fraternales con todos y cada uno de los grupos que forman el actual caleidoscopio del Pueblo de Israel.
Solo as? podremos agradecer y adorar correctamente al Creador.