Todos somos colonos

Han pasado casi tres semanas desde la masacre en Itamar, cuando un terrorista palestino asesin? a Rut y Udi fogel y a tres de sus hijos, pero incluso con el paso del tiempo, el horror y la repulsi?n que ?ste evoc? no disminuir?.

La mente se niega a creer y el coraz?n no puede comprender la devastaci?n total que ha sido causada a los Fogel, cuyo ?nico crimen era el deseo de vivir como jud?os orgullosos y libres en su propia tierra.

A pesar de que nunca los conoc?, contin?o angustiado por las fotos de los tres ni?os fogel que fueron asesinados, sus preciosas sonrisas fueron borradas para siempre por un depravado acto terrorista palestino.

La matanza dej? tres hu?rfanos menores de 12 a?os, y a una naci?n shokeada por la brutalidad de sus enemigos.

A diferencia de algunas personas en los medios de comunicaci?n, no tengo inter?s en intentar comprender los motivos de los salvajes que cometieron este cruel acto, ni me interesa que quejas pol?ticas ? reales o imaginarias ? podr?an tener.

Un hombre que levanta un cuchillo y se lo clava a un beb? de tres meses es un malvado, puro y simple. Los perpetradores han olvidado su humanidad, e Israel deber?a cazarlos con toda la determinaci?n y resoluci?n que tenga.

Los terroristas deben comprender que no pueden actuar con impunidad, y que su d?a de juicio de seguro llegar?.

Pero la matanza en Itamar no debe transformarse en otro nombre en la larga lista de v?ctimas del terror palestino.

Debe ser un punto de inflexi?n, tanto en c?mo vemos al proceso de paz y, m?s importante, en c?mo nos vemos a nosotros mismos.

Durante mucho tiempo hemos tolerado lo intolerante, desde bombardeos a autobuses hasta ataques de cohetes y secuestros de soldados. Hemos permitido no uno sino dos entidades terroristas adquirir forma a nuestro lado: la Autoridad Palestina en Ramala y el r?gimen del Ham?s en Gaza.

Y nos hemos doblegado y capitulado ante la presi?n internacional de abstenernos en derrocarlos.

El asesinato en Itamar es un recordatorio de la degeneraci?n de nuestros enemigos. De hecho, la reacci?n espont?nea de muchos palestinos fue el salir a las calles y celebrar, repartiendo caramelos como si su equipo hubiese ganado recientemente el Super Bowl o el Mundial.

En Rafah, Gaza, la atm?sfera era festiva, como si el asesinato de inocentes causase alegr?a.

Esto nos ense?a mucho sobre la sociedad palestina, y especialmente sobre su liderazgo, el cual est? dispuesto a tolerar e incluso aprobar dicho comportamiento. Claramente, estas no son personas con las que se puede realizar un serio acuerdo, a pesar de lo mucho que queramos creerlo.

Por lo tanto, mejor frenemos la farsa y dejemos de lado las vanas ilusiones que han guiado a la pol?tica israel? desde los acuerdos de Oslo en 1993. Es tiempo de admitir lo obvio: los palestinos no est?n listos para la paz y tampoco la desean. Debemos dejar de pretender lo contrario.

En el despertar del ataque, el gobierno correctamente resalt? el incitamiento sistem?tico a la violencia en la prensa y el sistema educativo palestino, los cuales fomentan la atm?sfera de odio y aversi?n y preparan el escenario para que emerjan m?s ataques terroristas.

Pero lo que pr?cticamente no se dijo fue el rol de la comunidad internacional, la cual tiene a su vez parte de la culpa de lo ocurrido en Itamar, por su constante deslegitimaci?n de las comunidades jud?as en Judea y Samaria.

Tan s?lo el ?ltimo mes, la secretaria de estado de EEUU, Hilary Clinton, declar? ?la pol?tica americana durante muchos a?os ha sido que los asentamientos son ilegales?.

Llamar a la poblaci?n jud?a de los territorios ?ilegal? o ?ileg?tima? tiene una directa reacci?n en los terroristas, creando un gran blanco en la espalda de cada uno de los ?colonos? jud?os.

Si las familias jud?as de Itamar son repetidamente denominadas ?ocupadoras?. No es sorpresa que haya quienes no vean un problema en que los ataquen.

Y es por tal raz?n que debemos afirmar y defender la justicia de la causa, y refutar la difamaci?n de Judea y Samaria como ?ocupadas?.

Pero hay otra lecci?n que debemos aprender de los eventos de las ?ltimas semanas, una que no es menos importante para nuestro futuro.

A pesar de que los israel?es adoremos crear distinciones entre nosotros, ya sean a nivel econ?mico, social, pol?tico o ?tnico, la realidad es que a los ojos de nuestros enemigos todos somos colonos.

Mientras que algunos en Haifa quieran creer que categ?ricamente no son como aquellos de Hebr?n, ?sta es una distinci?n que no tiene diferencia, al menos para los terroristas.

En respuesta a la masacre, el Primer Ministro decidi? sabiamente subrayar la determinaci?n de Israel de aprobar la construcci?n de cientos de nuevas unidades de vivienda en Judea y Samaria.

?Ellos asesinan, nosotros construimos?, le dijo a los miembros de la familia fogel durante la shiv?.

Mientras que esto ayudar? a fortalecer la presencia jud?a en dichas ?reas, es a?n mucho menos de lo que se puede y lo que se debe realizar.

Despu?s de todo, las nuevas casas que fueron aprobadas para la construcci?n, se encuentran en comunidades tales como Ariel y Gush Etzi?n, las cuales todos concuerdan con que Israel debe ingresarlas en todo acuerdo futuro.

Un mensaje m?s fuerte pudo haber ? y debe haber ? sido enviado autorizando el establecimiento de nuevos asentamientos as? como la expansi?n de Itamar mismo.

En nuestra lucha por esta tierra, debemos dejar claro a los palestinos, que cualquier intento de extinguir Itamar u otras comunidades solo resultar? en su mayor crecimiento y desarrollo.

O dici?ndolo m?s claramente: la m?s dulce revancha es construir. Dejemos que cada acto destructivo de terrorismo palestino sea respondido con una respuesta israel? de construcci?n masiva.

Dado que al final cabo, la llave para la paz no se encuentra en desarmar los asentamientos, sino en evitar que los palestinos sientan que nuestra presencia aqu? es temporal. Tan solo cuando internalicen este mensaje, la paz podr? tener?la posibilidad de ser establecida.

Michael Freund

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